Festejos, calidad democrática y modelo económico de La Palma

En el año 2020, los investigadores Marc Guinjoan y Toni Rodon, de las universidades Oberta de Cataluña y Pompeu Fabra, publicaron un novedoso estudio, en el que, analizando en torno a 2.000 municipios de España, concluyeron que los alcaldes que habían duplicado la cantidad de dinero “per cápita”, destinado a fiestas locales durante el último año de la legislatura, obtuvieron un beneficio electoral de aproximadamente, un 2,50% en las siguientes elecciones.

Por el contrario, dicho informe también señala que quienes recortaron a la mitad el gasto en festejos, fueron penalizados en sus expectativas electorales, con un 1,20%. Estos datos son muy relevantes porque en municipios relativamente pequeños, dichos porcentajes pueden decantar por uno o dos concejales, las alternativas de gobierno y la configuración definitiva del pleno.

En la Ley Reguladora de las Bases del Régimen Local y en la Ley de Cabildos Insulares, no se cita, explícitamente, entre sus respectivas competencias, la promoción u organización de festejos u otros eventos similares. Sin embargo, la práctica habitual, es “camuflar” la partida económica de fiestas, en el “cajón de sastre” en que se han convertido las concejalías de cultura de los Ayuntamientos de La Palma. De manera deliberada y consciente, se está “estirando el elástico” del concepto de cultura más allá de lo razonable.
Esta orgía de eventos y fiestas de todo tipo, muchas veces celebradas en fechas alejadas de los periodos festivos tradicionales, no responde, en la mayoría de los casos, a una demanda social manifestada de manera clara y objetivable.

Constituye parte de una estrategia política, deliberadamente diseñada, no sólo para influir en la intención de voto de los ciudadanos, sino para intentar mantenernos anestesiados y distraídos y así dificultar nuestra capacidad de análisis y reflexión en torno a la gravedad de la realidad de la que formamos parte y que hemos creado entre todos. Este comportamiento político ya se puso en práctica y con notable éxito, durante los años del imperio romano, hace muchos siglos, con aquello que se denominó “pan y circo”.

Los argumentos de alcaldes y concejales cuando intentan justificar la gran cantidad de eventos y fiestas que se celebran, giran en torno al previsible impacto positivo en la economía local y el empleo, pero lo cierto, es que no existen informes mínimamente rigurosos, que expongan esos supuestos beneficios para el municipio o la isla en su conjunto.

En este sentido, gran parte de las modificaciones presupuestarias que realizan los ayuntamientos de La Palma y de Canarias, durante la segunda mitad de las diversas legislaturas, tienen como objetivo principal, ampliar el crédito disponible para la organización o promoción de eventos y festejos de dudosa calidad y que no suponen, en general, un enriquecimiento cultural para el entorno.

Podemos afirmar, sin lugar a equivocarnos, que la masiva organización de fiestas y eventos, muchos de ellos camuflados bajo el paraguas religioso, patrocinados u organizados por las administraciones públicas, constituye también un pilar necesario y fundamental del perverso modelo económico que se está diseñando y ejecutando en La Palma, con el objetivo de que la sociedad pierda capacidad crítica sobre lo que se está decidiendo para esta isla y para Canarias en su conjunto.

El dispendio económico que se realiza del presupuesto público en este tipo de acciones, es, hasta cierto punto, lógico en el marco del circo, el populismo, la demagogia, la superficialidad y el electoralismo permanente, que domina la política que se viene practicando en La Palma y Canarias durante los últimos años.

Por poner un ejemplo clarificador de lo que estamos exponiendo en este breve artículo de opinión, no podemos dejar de referirnos a la reciente celebración de un acto denominado Batucada Fest, durante un fin de semana completo, en el municipio de Los Llanos de Aridane.

Un evento que, desde nuestro punto de vista, no aporta nada relevante en el ámbito de la cultura y con la gravedad, de que se viene celebrando durante la primera semana de escolarización de niños y jóvenes, constituyendo una manifiesta irresponsabilidad de este Ayuntamiento y que da continuidad a la forma de trabajar de las anteriores corporaciones de este municipio.

Medio en broma, medio en serio, si una persona residente en La Palma, quisiera asistir o participar en varios eventos celebrados en las mismas fechas y en distintos municipios de la isla, debería diseñar un aplicativo informático, en forma de cuadrante, para poder organizarse y aprovechar al máximo, la mayor cantidad de celebraciones y festejos que le sea posible.

Muchas veces, tenemos la sensación que en La Palma y en Canarias en su conjunto, estamos viviendo y afrontando la realidad como la orquesta del Titanic, que se dice que mientras el barco se hundía, la orquesta seguía tocando hasta que se hundió con él.

Aunque Canarias y La Palma, están inmersas en un modelo de crecimiento económico insostenible y que, si no lo impedimos, nos llevará al colapso, seguimos viviendo y tomando decisiones como si no hubiera un mañana.
Una sociedad anestesiada y pendiente del circo permanente que nos ofrecen desde las instituciones locales de La Palma y Canarias, hace que la aparente democracia que disfrutamos, sea de muy baja calidad.

Para hablar de calidad y madurez democrática, también debemos referirnos al acceso a la información pública e institucional y en este sentido, acceder a la información relevante de las administraciones públicas locales a través de sus webs, como la vinculada con la gestión presupuestaria, expedientes estratégicos o las convocatorias y actas de las sesiones de los consejos de gobierno o plenos, se hace muy complejo, bien porque las propias administraciones la ocultan, incumpliendo la normativa sobre acceso a la información pública y transparencia o bien porque el ciudadano tendría que ser muy habilidoso con la informática, para poder obtenerla de una manera razonablemente sencilla.

Otra estrategia que ponen en práctica algunas administraciones, para dificultar la participación ciudadana en la tramitación administrativa de determinados proyectos para La Palma o Canarias, es abrir la preceptiva consulta pública en periodos vacacionales o cuando muchos ciudadanos “están en otras cosas”, como el Plan General de Ordenación de Los Llanos de Aridane o la conexión viaria entre el Remo y La Zamora, cuya documentación fue puesta a disposición de los ciudadanos, en periodos que abarcaba la Navidad.

Además, y para mayor gravedad, casi dos años después, el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane sigue sin responder a la totalidad de las observaciones y propuestas realizadas por algunos ciudadanos, al mencionado documento.

Mientras estamos pendientes de fiestas, conciertos, romerías y eventos de todo tipo, en algunos despachos oficiales del Cabildo de La Palma, de los Ayuntamientos y del Gobierno de Canarias, se siguen tomando decisiones que están profundizando y agravando la crisis estructural que padecemos y que pueden llevar a La Palma y a Canarias en su conjunto, al colapso social, económico, territorial y ambiental y convertirnos en una región fallida.

Ojalá nos equivoquemos, pero es casi una certeza matemática.

Pedro Higinio Álvarez Rodríguez es Economista.

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