Víctor Yanes, en la Plaza de España de Los Llanos de Aridane. EL PERIÓDICO DE LA PALMA
Víctor Yanes (Los Realejos, 1974) acaba de publicar su tercer libro, Un verano bajo el sol del infierno (Escritura entre las Nubes), un poemario que, en sus propias palabras, “tiene al volcán en sus páginas, pero no es un libro sobre el volcán”. Tinerfeño con un fuerte vínculo con La Palma desde hace décadas, Yanes ha impulsado el foro La Palma Opina y colabora regularmente con El Periódico de La Palma, donde periódicamente aparecen sus columnas de opinión.
Pregunta. ¿Qué va a encontrar el lector que se acerque a Un verano bajo el sol del infierno?
Respuesta. El libro tiene un título muy tremendo y un sentido. El verano es el verano de 2022, en el que atravieso, de alguna manera, la pesadilla de la quimioterapia. No se me aplicó a mí, sino a una persona muy querida y amada. Y el infierno es el volcán. Un poquito antes de ese episodio de enfermedad se produce la erupción volcánica, que fue una pesadilla, también un infierno. Por eso Un verano bajo el sol del infierno.
Pero no es un libro autobiográfico, no me gustan las etiquetas. Es el libro que escribe un hombre, una persona que, en un momento, está muy agobiado, tremendamente estresado y como he hecho otras veces, la escritura para mí es una válvula de escape.
Te vas a encontrar un libro que considero que tiene una intensa visceralidad, es decir, un sentido visceral de la existencia, de la vida, en lo referente a: “estoy pasando un momento muy duro, pero voy a hacer algo para sentirme mejor, pero a la vez voy a sentir este momento, porque en este momento no tengo otra realidad que una erupción volcánica”.
Víctor Yanes defiende que ha escrito “un libro intenso, con un claro carácter comunicativo”.
Aunque en mi caso no perdí la casa, vi como muchas personas perdían las suyas y también testimonios de infinita tristeza de aquellos días. Es casi imposible poder abstraerte de todo lo que está ocurriendo a tu alrededor y eso afecta.
Quien abra las páginas del libro se va a encontrar con un libro intenso, con un claro carácter comunicativo. Es una poesía que podría ser el germen de un relato, porque es una poesía no rimada, no es una poesía académica, y es una poesía absolutamente arraigada a la vida.
A mí lo que me interesa es vivir —y vivir bien, por supuesto— y a veces no se puede. Entonces, cuando no se puede, aceptas lo que hay. A mí me sirvió mucho, en ese sentido, la escritura para ir encontrando una tranquilidad dentro de mí. Creo que es un libro honesto, que no se esconde. No tengo nada que ocultar. Soy un hombre vivo y escribo lo que me pasa.
P. ¿Tuvo que llegar un volcán para sentirnos vulnerables en La Palma?
R. Sí, yo creo que las catástrofes naturales golpean a la sociedad en su conjunto. Hay una parte emocional que te golpea duramente, incluso un concepto del mundo que deja de ser el mismo, el que era. El volcán está en el libro, pero el libro no es del volcán. La imagen del volcán en la portada fue una sugerencia de la editora, que me parece muy acertada, porque tú puedes vivir muchas cosas en tu vida, muchas situaciones, algunas dramáticas y algunas muy felices también. Pero una erupción —todavía me cuesta encontrar palabras— es un hachazo a la vanidad, a la prepotencia. Te puede hacer más sabio, pero sobre todo más humilde. La erupción volcánica del Tajogaite golpeó a la sociedad palmera de una manera absolutamente brutal. Es como un suceso que no va a tener nunca olvido. Igual pasan 20 años y seguimos hablando con este tono, con este sentir. Es algo que me sigue sorprendiendo de mí, pero me sorprende también de mucha gente cuando observo que hablan con una discursiva absolutamente dramática todavía.
La vulnerabilidad individual existe, pero a veces es un aspecto íntimo, que ni expresamos. Nos sentimos vulnerables y no lo compartimos. Pero la vulnerabilidad que supone una erupción, a mí todavía me sigue sorprendiendo, que algo que no existe, que sale debajo de la tierra, que crea una fisura, sea tan intensamente devastador y haya momentos en aquellos 85 días que, en algún momento, yo creo que todos pudimos sentir eso, el colectivo lo sintió, esta frase hecha: “no somos nada”.
Hay días que fueron tan intensamente negativos, —en cuanto a terremotos, a emisión de gases, a ceniza— que te metías en casa y te sentías mal. Pero ¿dónde voy con mi prepotencia, ¿dónde voy con mis ganas de cambiar el mundo?
A mí el volcán, a nivel individual, puedo llegar a decir que después de lo que vi, viví, me contaron y leí no puedo ser la misma persona que era antes. Hay algo que básicamente siempre será el mismo, pero hay ciertos aspectos de mi personalidad que se han modulado.
“La vulnerabilidad que supone una erupción, a mí todavía me sigue sorprendiendo”, señala Víctor Yanes en un momento de la entrevista.
P. Lo reflejas en la cita que abre el bloque de poemas dedicados al volcán, donde escribes: “El 19 de septiembre de 2021 cambió mi vida, pero de eso me di cuenta después”. ¿En que sentido cambió tu vida?
R. No me di cuenta al principio. Las primeras semanas no tuve conciencia de lo que estaba viviendo. Debe ser algún tipo de mecanismo cerebral, habría que preguntarle a algún psiquiatra o experto en la materia, por qué el ser humano ve lo que está viendo, pero no es consciente de lo que está viendo.
Comienzo a darme cuenta de la dimensión de la catástrofe cuando termina el volcán. Empiezo a conectar con determinadas emociones que creo, que, durante el volcán, en algunos momentos estaban absolutamente ocultas. Como fue tan larga la erupción, es parte de tu vida, lo normalizas.
Cuando los periodistas desaparecen de la Plaza de Tajuya, los científicos tardaron un poco más en marcharse, empiezo a ver un despoblamiento de una zona que estuvo masificada de medios, como corresponde y es lo normal en una situación así. Y empecé a sentirme un poco, que es muy extraño, huérfano. Quería que se fueran, porque si se van es que no hay volcán, pero hay bastantes sentimientos encontrados que significan para mí una aceptación de que ha pasado algo muy grave en la isla.
P. ¿Influyó el hecho de que vivieras tan cerca del volcán sufrir estos cambios que comentas?
R. Creo que cuando se es escritor se puede hablar de muchas realidades y situaciones humanas sin haberlas vivido. Es la magia de la literatura. Sino, no habría literatura. Yo creo que se escribe de vivencias que has sentido o has pasado, o no. Pero, en este caso, en los poemas del libro que hablo del volcán sí hice un ejercicio de realismo.
Porque, desde el punto de vista literario, puede ser incluso un filón una experiencia que es terriblemente dura. Intenté no hacerme la trampa de usar un lenguaje —como a veces se usa en poesía y muchos poetas también usamos—, un lenguaje a veces un tanto críptico.
En esos poemas he intentado hacer una manifestación clara y evidente, casi una reivindicación de un determinado tipo de emociones. Son textos reivindicativos desde ahí y ya está, pero creo que tenía un compromiso con escribir un lenguaje claro, absolutamente comunicativo.
En el tema del volcán, como en otras catástrofes naturales, hay siempre un intenso deseo de comunicar. Desde el periodismo, desde los vecinos que hacen sus testimonios, todo el mundo quiere comunicar. El político quiere comunicar, el científico quiere comunicar, el pueblo, los ciudadanos y ciudadanas quieren comunicar. Todo el mundo quiere comunicar.
En el tema del volcán, como en otras catástrofes naturales, hay siempre un intenso deseo de comunicar. Desde el periodismo, desde los vecinos que hacen sus testimonios, todo el mundo quiere comunicar. El político quiere comunicar, el científico quiere comunicar, el pueblo, los ciudadanos y ciudadanas quieren comunicar.
P. Dedicas los poemas centrados en el Volcán de Tajogaite “a los damnificados y afectados por la erupción volcánica de La Palma”.
R. Cuando lo dediqué, me acordé mucho de la gente de Todoque, del Paraíso, de la calle Alcalá, de Pampillo, de Pastelero, etc. Me acordé de toda esa gente que se fue de casa, no volvió y perdió su casa. El recuerdo es para los damnificados desde el 19 de septiembre al 13 de diciembre. ¿Quiere decir que no me acuerdo de los damnificados ahora? También me acuerdo y también se lo he dedicado a ellos, pero queramos o no, desde el punto de vista económico, la situación se ha ido un poco regularizando y ha ido mejorando, aunque quiero hacer una valoración del estado de salud mental de algunos afectados, un debe que tenemos todos, pero que tienen especialmente las administraciones públicas.
P. ¿Cómo veo la situación de los afectados ahora?
R. Lo voy a explicar con claridad. Veo mucho silencio y una dirigencia política que intenta vender —y creo que les está resultando efectivo— el relato de la recuperación de la isla. Yo estoy gobernando y te digo lo que está pasando, porque estoy en el gobierno y estamos llevando a cabo una serie de acciones encaminadas a la recuperación. Y luego está una gran cantidad de gente que permanece en silencio, y otra parte que, para mí, está absolutamente radicalizada.
Estamos en 2025. El volcán fue en 2021. Creo que se hicieron cosas mal, que hay nombres y apellidos de esas personas que, igual, no lo hicieron bien, pero eso ya pasó. Yo no quiero seguir nombrando a determinados políticos con una responsabilidad clara y evidente en aquellos días previos o en el mismo día. Creo que la sociedad palmera tiene que mirar hacia adelante.
Estamos desperdiciando una energía y un posible talento en enfadarnos con determinados políticos. Por supuesto que todos tenemos derecho a decir que este político, este otro y tal, lo hicieron mal —soy el primero—, pero creo que la sociedad palmera tiene que empezar a comprometerse, desde ella, en generar espacios de debate ciudadano en los cuales se pueda hablar de qué falló en la emergencia volcánica, qué se podría mejorar en una nueva erupción.
Estamos en 2025. El volcán fue en 2021. Creo que se hicieron cosas mal, que hay nombres y apellidos de esas personas que, igual, no lo hicieron bien, pero eso ya pasó. Yo no quiero seguir nombrando a determinados políticos con una responsabilidad clara y evidente en aquellos días previos o en el mismo día. Creo que la sociedad palmera tiene que mirar hacia adelante.
Tenemos que hacer públicas esas elaboraciones y esas conclusiones que podamos sacar en un entorno de debate absolutamente mesurado, tranquilo, en el cual podamos hablar todos de cómo nos sentimos, cuál es nuestra opinión, qué es mejorable y escuchar también lo que dicen otras personas que no tienen por qué pensar exactamente como nosotros, en el modelo que queremos.
Eso creo que falta en La Palma y hay que ponerlo en marcha, porque de verdad, —como lo percibo—, está el relato político, por un lado, y por otro, una serie de afectados que se representan a ellos mismos, porque los afectados son muchos y las casuísticas de todos son enormes y hay afectados que han dicho “no quiero saber nada, paso página”. Nadie puede ser el abanderado de los afectados.
P. Uno de los cambios que se produjo en ti a raíz del volcán fue la creación de La Palma Opina.
R. El foro La Palma Opina nace en febrero del 2022, el volcán acabó en diciembre. Semanas después de que se diera por terminada la erupción, yo empiezo a sentir —y aquí vuelvo a un cierto terreno emocional— que me siento solo. Esta es una de las grandes contradicciones humanas: quieres que algo se termine, cuando se termina te alegras, pero ahora estás triste, y creo que hubo gente que lo sintió, es decir, un sentimiento de orfandad. Los periodistas han venido aquí a informar, pero ahora se van y se olvidan de La Palma. Ya no somos noticia. Esa fue la percepción inicial.
Y digo, si los medios no van a hacer los grandes debates, los voy a hacer yo. Pero claro, yo no soy periodista propiamente dicho. Entonces hablé con un amigo de Tenerife, Vicente Pérez Luis, que es periodista, que tiene un periódico digital que se llama Planeta Canario y me animó a que yo creara este espacio.
Yo intuí que la gente seguía, los diferentes actores de la emergencia o personas que estuvieron presente durante la erupción, querían hablar. Entonces yo creo que es el momento para tirar para adelante o impulsar una iniciativa como esta, una iniciativa súper humilde, pero que llevamos tres años ahí.
La idea, realmente, era hacer cinco grandes debates de importancia básica y fundamental y cerrar el proyecto, pero de debates pasamos a entrevistas. Al principio vimos que los debates que hacíamos, con la nota de prensa que enviábamos, te lo publicaban absolutamente todos los periódicos de Canarias, incluso algún debate que hicimos, sobre salud mental, lo recogió Europa Press o EFE.
Y ahí empezamos a retroalimentarnos y ya no pudimos soltar el proyecto. Vicente ya no está, y ahora soy yo solo. Y marcha, funciona. He reinventado la iniciativa y hemos empezado a abordar otros asuntos de La Palma que no tienen que ver estrictamente con el volcán. Es una iniciativa que quiere seguir abordando —aunque no somos un medio de comunicación— asuntos importantes de la actualidad de La Palma, puntualmente.
Yo intuí que la gente seguía, los diferentes actores de la emergencia o personas que estuvieron presente durante la erupción, querían hablar. Entonces yo creo que es el momento para tirar para adelante o impulsar una iniciativa como ‘La Palma Opina‘.
P. Y dentro de abordar esos asuntos importantes, surge el Espacio de debate ciudadano Volcán Tajogaite.
R. Desde La Palma Opina hemos impulsado una iniciativa, Espacio de debate ciudadano Volcán Tajogaite. Está en formación y vamos a empezar a hacer algunos encuentros y reuniones durante este mes de octubre. Se pretende consensuar un espacio en el cual las personas puedan hablar y proponer.
Mi percepción de la sociedad actual —y no es solo en La Palma, desgraciadamente, sino algo bastante extendido— es que hay una gran crispación, un apasionamiento y un acaloramiento exagerado y sobreactuado. Yo puedo estar reivindicando una situación para mí dolorosa, injusta, pero siempre tengo que buscar el cauce para llegar a un acuerdo o para intentar evitar en lo posible que esa situación se repita.
Entonces, eso no lo podemos hacer a través de la indignación. La indignación también cumple su función. Es decir, estar enfadado en un momento determinado, es una reacción humana absolutamente comprensible y necesaria. La indignación puede incluso despertar la conciencia de algunos si la tienen demasiado dormida, pero cumple una función muy limitada. En esta sociedad, y lo veo cada vez más, la indignación es el objetivo, el fin. Si soy indignado puedo cambiar el mundo. No, no, no, señores, con la indignación no se cambia el mundo. La indignación es una expresión, una manifestación emocional de un pensamiento o de una reivindicación.
Yanes impulsó en 2022 el foro La Palma Opina y se encuentra actualmente en la creación del Espacio de debate ciudadano Volcán Tajogaite.
Luego tenemos que sentarnos, tomar aire, respirar y decir: bueno, señores, hablemos. Con los datos científicos en la mano, con las conclusiones científicas: ¿habrá otra erupción volcánica en La Palma en el futuro? Sí. ¿Cuándo? No se sabe. ¿Cuántas personas están, de alguna manera, insistiendo en tener una mayor cultura volcánica —entre comillas—? Yo no veo a nadie.
Alguien te dice que es demasiado pronto para hablar de esto, que solo han pasado cuatro años. Bueno, no digo que haya que hacer un simulacro —porque igual es demasiado pronto—, pero sí podemos ir empezando, debatiendo entre todos, sin acaloramiento. Empezar desde los conocimientos que tenemos, porque una emergencia volcánica es algo muy complejo, donde participan muchísimos actores, y no sabemos realmente qué hacen todos ellos.
Incluso así, a grandes rasgos, podemos decir: esto se hizo mal. Y yo, como afectado, eché de menos esta cuestión o esta otra. Porque va a volver a ocurrir. Este espacio no es solo para hablar, sino también para que haya afectados que están en una línea bastante más serena, que quieren seguir hablando, pero no encuentran el lugar donde hacerlo.
También es para que quienes nos gobiernan en la isla, pero también periodistas, científicos, etc. sepan que hay gente en La Palma que está proponiendo cosas, y sugiriendo que igual se puede hacer lo mismo que en Canarias están haciendo asociaciones como Volcanes de Canarias en formar a la ciudadanía en riesgo volcánico y protección. ¿Por qué eso no lo llevamos a La Palma?
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