Obras de reparación de la red de abastecimiento de agua en Fuencaliente. AYUNTAMIENTO DE FUENCALIENTE
Uno de los aspectos que el Consejo Insular de Aguas de La Palma quiere abordar en la planificación prevista para el periodo 2027-2033 es la mejora de la eficiencia en el abastecimiento de agua para uso urbano, según recoge el Esquema Provisional de Temas Importantes en materia de gestión de aguas de la Demarcación Hidrográfica de La Palma, actualmente en exposición pública.
El Plan Hidrológico de La Palma (2021-2027), actualmente vigente, recoge que un 37 % del agua incorporada por los municipios para el abasto en la isla no se registra. Las causas se atribuyen tanto a consumos autorizados —que no se miden ni se facturan— como a consumos no autorizados, motivados por imprecisiones en los contadores, fugas en las redes de distribución y acometidas, o vertidos en los depósitos.
Los últimos datos publicados, correspondientes al año 2022, indican que el 60 % del agua captada en Fuencaliente no se registra, el 57 % en Villa de Mazo, el 55 % en Barlovento y el 52 % en El Paso, siendo estos los municipios con el mayor porcentaje de pérdidas de la isla. Estos recursos hídricos proceden fundamentalmente de galerías y manantiales.
Por el contrario, las menores pérdidas se contabilizan en Garafía, con un 12 %; Tazacorte y Tijarafe, con un 20 %; y Breña Baja, con un 21 %.

Una parte de estas pérdidas, según se indica en la memoria del actual Plan Hidrológico, proviene del “estado regular” en que se encuentran tanto las conducciones que transportan el agua desde las fuentes de captación hasta los depósitos de cabecera, como las redes de distribución que la canalizan desde allí hasta los hogares para su consumo.
Todo ello lleva a que el primer documento del futuro ciclo de planificación del agua en la isla diagnostique que “numerosos tramos de las redes de abastecimiento urbano presenten niveles de pérdidas y fugas significativos”. Este “bajo rendimiento” de las redes, concluyen, “aumenta la presión sobre los recursos hídricos”, “incrementa los costes de explotación” y “reduce la resilencia del sistema frente a emergencias”.
Por otro lado, señalan que estas fugas pueden “producir daños adicionales sobre infraestructuras cercanas” debido a “la erosión del suelo” e, incluso, la “contaminación del agua y del ecosistema local”.
Por todo ello, el texto plantea, entre otras medidas para llevar a cabo la reducción de pérdidas, la reparación, el revestimiento y la entubación de conducciones a cielo abierto; la construcción y mejora de depósitos; el establecimiento de nuevas captaciones y la mejora de las existentes; la construcción de nuevas redes; la instalación de contadores de agua; o la construcción y mejora de Estaciones de Tratamiento de Aguas Potables (ETAP).
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