Rafa Avero, autor de la novela ‘La secta del volcán’: “Los hechos que narro son tan grotescos que llegan a ser divertidos”

Rafa Avero, autor de la novela ‘La secta del volcán’: “Los hechos que narro son tan grotescos que llegan a ser divertidos”

Rafa Avero en un momento de la entrevista. LA PALMA OPINA

Determinados personajes que llevan años moviendo hilos y que funcionan y trabajan como una secta. Políticos, periodistas y científicos corruptos intentarán sobrevivir. Tanganasoga es el volcán más grande de El Hierro y en el imaginario personal y literario del periodista gráfico Rafael Avero, una isla Estado, una república independiente de la Macaronesia, en la que están representadas las ocho Islas Canarias en toda su sórdida actualidad, trufada de corruptelas y bajos fondos políticos. La secta del volcán es la primera novela de este veterano fotoperiodista nacido en el entrañable barrio de La Isleta, una apuesta arriesgada propia de valientes y poco habitual en debutantes que hacen su primera incursión en el mundo de la narrativa.

Periodista de la cámara de extensa trayectoria, ha estado donde pocos quieren estar, lejos de la redacción y de la nota de prensa, en el Magreb, el África subsahariana, Colombia y Cuba, colaborando con el diario El País y publicando sus trabajos en los prestigiosos The New York Times, Washington Post y Le Monde francés.

Acepta la invitación de La Palma Opina para hablarnos de su novela La secta del volcán, que no duda en definir como un relato humorístico de política ficción.

Pregunta. La imaginación del lector es libre y crea analogías. Con la imagen de portada que has elegido para tu primera novela y con un título que genera cualquier sentimiento menos indiferencia, ¿cuánto hay de la erupción del volcán Tajogaite en La secta del volcán?

Respuesta. Pues hay unas cuantas cosas, pero no olvidemos que yo creé una isla imaginaria que se llama Tanganasola, que es el nombre del volcán más grande que existe en El Hierro. Tanganasola es una palabra Amazigh que significa el temblor de la bestia, por eso creé la isla de Tanganasola, porque era un temblor y esa isla Estado independiente pero perteneciente a la Macaronesia, reúne las características de todas y cada una de las Islas Canarias. Evidentemente, La Palma está retratada, pero el lector a medida que vaya leyendo le van a ir sonando cosas de Lanzarote, Gran Canaria. Es una novela, ahora, si en la novela aparece un alcalde que se gana la lotería pues igual a alguno le suena de algún alcalde. Yo me vi obligado a poner la frase final de “esto es una novela y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” (risas del entrevistado).

P. Incomodando a través de la crítica a la clase política canaria.

R. Todos conocemos a los políticos de Canarias desde hace años. La cosa ha ido mejorando más o menos, pero cuando yo empecé a trabajar en prensa en 1982 había actitudes que veíamos normales, las cosas eran así y aquel alcalde y presidente del cabildo llamado Dimas Martín ahora está en la cárcel y todavía tiene cuentas pendientes, juicios pendientes. Honorio Bravo y muchos personajes que, si no aparecen retratados, sí aparecen sus homólogos en la novela.

P. Un título conciso y poderoso, ¿por qué La secta del volcán y quiénes componen dicha secta en tu isla novelesca de Tanganasoga?

R. La forma de manejarse de esta gentuza, no me refiero a toda la clase política, ni a toda la clase periodística, ni a toda la clase científica, pero si a determinados personajes que llevan años moviendo hilos por un lado y por otro. Funcionan como una secta, trabajan como una secta. Son unos auténticos sinvergüenzas y unos ladrones, como diría César Manrique.

El partido nazi, el de Hitler, ya tuvo a Goebbels de ideólogo y creó una serie de parámetros de cómo se tenía que informar y desinformar. De eso hablo en el libro, de cómo esta gente lo ha copiado y hacen lo mismo.

P. La secta del volcán es un ambicioso proyecto literario, entendiendo que introducir en la literatura el humor no es fácil. Si a esto le sumamos el carácter crítico y elementos presentes en tu relato que lo acercan a la novela negra, tenemos una obra singular en la que has asumido riesgos, ¿qué relevancia tienen dentro de tu novela estos tres elementos: el humor, la crítica y la novela negra?

R. Mi novela es política ficción, tiene su parte de novela negra porque algún muerto aparece, pero la historia era contar con humor lo que está pasando para que el libro sea una célula espejo en la que nos veamos, nos riamos y luego digamos: “pero es que es verdad, me acabo de reír de un golpe de humor de la novela y esto es real y esto pasó en esta isla y esto en esta otra”.

Luego hay cosas salidas completamente de la imaginación, pero reto al lector a que descubra que cosas son reales y cuales son ficticias, porque se puede sorprender y ponemos lo de novela negra porque hay un muerto y por un retrato de una sociedad en la que vivimos que es auténtica novela negra. Los hechos que se narran son tan grotescos que llegan a ser divertidos. Sobre todo, hay mucho humor en la novela. No humor inventado de chiste fácil, es humor sobre las cosas que nos están pasando, contadas de una forma humorística para que entre mejor, pero una gran parte de lo que se narra en esta novela es absolutamente real y no es porque lo diga yo, el lector lo va reconocer.

P. ¿Por qué tenemos que leer La secta del volcán?

R. Lo importante es que se tiene que leer porque es un libro y hay que leer, la gente tiene que leer mucho más de lo que se está haciendo. Nos estamos acostumbrando a leer pequeños textos en pantalla y tenemos que volver a leer libros. Con este libro se van a reír bastante y va a conocer un poquito mejor las Islas Canarias el que no las conozca, y el que las conoce, se va a ver reflejado en muchísimas páginas con cosas que ocurren en Canarias y que damos casi por normales. Es una brutalidad normalizar ciertas situaciones de corrupción a las que nos hemos acostumbrado en estas islas. También tiene algunas píldoras de divulgación científica, en cuanto a las erupciones volcánicas y a las crisis sismovolcánicas que las preceden. Y, sobre todo, tienen que leer La secta del volcán porque se lo van a pasar muy bien y es una novela que habla de Canarias, aunque haya puesto el nombre de la isla de Tanganasola, que no existe.

P. Tu novela no está editada bajo ningún sello editorial. La primera incursión en la narrativa está significando para ti una experiencia completa ya que eres el escritor, el editor y te encargas de la distribución y promoción, ¿cómo te está resultando el proceso y por qué decidiste autoeditar?

R. No me interesó publicar con una editorial porque si tú cultivas aguacates no te gusta vender los aguacates a un euro el kilo y verlos en el mercado a 15 euros. Con la autoedición me ahorro la parte de las editoriales y la parte de la distribución, y aquí el que gana es el librero. Hay que mantener sí o sí a los libreros que están resistiendo y al autor; lo demás son intermediarios en el “negocio frutero”. Si tú lo autoeditas el negocio es tuyo y del librero.

Entrevista completa en el canal de La Palma Opina.

P. Como periodista gráfico estuviste en dos posiciones de privilegio para observar la erupción del Tajogaite. Por un lado, desarrollando tu labor informativa y, por otro, estableciendo una estrecha relación con los científicos del Involcan durante la emergencia volcánica. De todas las vivencias que acumulaste durante tus seis viajes a La Palma, ¿cuáles han sido los recuerdos que más vivamente se te han quedado grabados?

R. La primera madrugada del volcán estaba con un señor palmero de 90 años que me vio mirando con el teleobjetivo de mi cámara la zona en la que estaba la lava. Me dijo que si podía enfocar porque quería ver si había perdido su casa. El pobre hombre había perdido su primera vivienda en un incendio que había tenido lugar en agosto (incendio urbano-forestal del 17 de agosto de 2021, que afectó a los municipios de El Paso y Los Llanos) y esta era su segunda vivienda y llevaba dos meses viviendo ahí. Finalmente, este señor perdió también su segunda vivienda y con 90 años ¿qué le vas a decir? El volcán tenía una tragedia detrás impresionante, de miedo, de terror y de pánico.

Es muy duro haber visto durante los primeros días los desalojos. Dejaban el traje de novia heredado de la bisabuela, lo dejaban que se perdiera con el volcán, pero se llevaban el álbum de fotos; era lo único que les iba a quedar, las fotos, los recuerdos.

Luego está la parte del espectáculo maravilloso. Las primeras noches estábamos allí observando el volcán hasta las dos de la madrugada, hipnotizados, hasta que venía algún jefe de los científicos para decirnos que nos fuéramos a dormir, que mañana había que seguir. Nadie quería irse.

P. Cubriste la información de la crisis sismovolcánica de El Hierro en 2011 durante 45 días e hiciste lo propio en la erupción volcánica de La Palma hace tres años, ¿qué diferencias percibes, en lo referente a la cobertura informativa, entre ambas situaciones?

R. La diferencia es abismal. En la crisis sismovolcánica de El Hierro el Pevolca lo forman varios grupos científicos, autoridades y protección civil, pero no había portavoces, cada cual iba contando su opinión y eso provocaba confrontaciones entre las diferentes ideas de los científicos y generaba un caos informativo, cosa que se arregló bastante bien en La Palma. Unos portavoces dan una rueda de prensa diariamente y esto es lo que hay. En El Hierro, había muchos científicos que fueron de “motu propio” a contar su vida, a contar que iba a salir un volcán y que se iba a romper la isla, a contar sus historias para hacerse notar. También había otros que creaban unas páginas webs en redes sociales en las que decían auténticos disparates, y la gente, a veces, creía más lo que contaban en las redes que lo que decían los científicos. Un grupo de científicos dieron charlas pueblo por pueblo para decirles que si ocurre una alarma ustedes tienen que ir a tal plaza y desde esa plaza se les desalojaba. Esta demostrado que en la crisis la mayor parte de las víctimas las crean los rumores, no los hechos.

Ha cambiado muchísimo, a mejor, el tratamiento de la información desde el Pevolca. Saben exactamente como tienen que hacerlo, ¿hay errores? Sí, hay errores. Había un programa de la Televisión Canaria en el que entrevistaban al pobre hombre que había perdido su casa, y hasta que no lo hacían llorar, aquel señor no salía de plano. Un poco de sensacionalismo que sobraba completamente.

P. Hay que informar mostrando la realidad, tal cual está ocurriendo. Sin embargo, el sensacionalismo en catástrofes naturales como una erupción volcánica, aparece en escena como una tentación no siempre controlable por parte de algunos medios de comunicación.

R. Yo hice fotos dos mañanas en dos desalojos. Nunca volví a hacer fotos porque era increíble ver a cuatro personas desalojando su vivienda, como locos, en diez minutos. Cuando salían ahí estábamos treinta fotógrafos haciéndoles fotos y algún tonto con un micro en la mano preguntándole cómo se sentía el pobre hombre o la pobre mujer. Sentí vergüenza ajena porque esa no es la labor del informador. En el Tajogaite el espectáculo estaba asegurado. Hay un cono, hay fuego, hay erupción, hay lava, hay gases y toda la prensa internacional fue allí. En El Hierro yo estuve cuarenta y cinco días, y cuando había un gran sismo era cuando volvía la prensa, incluso la prensa local.

Portada de la novela que en La Palma puede adquirise en la librería Casa Fidio de Santa Cruz de La Palma.

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