Encuentros Te Veo: La importancia de compartir

Encuentros Te Veo: La importancia de compartir

«El verdugo» de El Espejo Negro, Teatro Calderón, Valladolid. GERARDO SAN

Hoy (lunes, 20 de noviembre) he regresado de Valladolid tras tres días visionando teatro y compartiendo con artistas y programadores de toda España.

Los Encuentros Te Veo, que celebraban su vigésimo quinta edición, reúnen cada año en el bellísimo Teatro Calderón no sólo al nutrido grupo de compañías que sustentan a la asociación, todas con una clara orientación hacia el público familiar, sino también a programadores dispuestos a dejarse seducir por las ideas y propuestas, tanto las representadas en el teatro como las comentadas en las largas sobremesas.

Un encuentro que se aleja de las ferias al uso, y en el que gran parte de su encanto es justamente ese tiempo dedicado a la conversación, al intercambio y al conocimiento exhaustivo del otro.

Es en esos espacios de encuentro y tertulia donde se determinan programaciones, alianzas o incluso incipientes amistades, donde la timidez se abandona rápidamente y el único objetivo es el debate continuo sobre cómo mantener con buena salud algo tan frágil como es el teatro en un mundo que cada día muta hacia horizontes no definidos.

Escuchar al dramaturgo Alberto Conejero defendiendo con exquisita lucidez el hecho teatral, sea cual sea su manera de producirse, asistir a obras tan brillantes como «Blancanieves» de La Chana Teatro, «Pinocho Bric à Brac» de Zum-Zum Teatre o «El verdugo» de El Espejo Negro, o compartir con programadores y creadores puntos de vista tan diversos y enriquecedores, me hizo reflexionar sobre lo necesaria que es la asistencia desde la primera infancia al teatro, de todos los beneficios que aporta, empezando por el entrenamiento de la concentración y de la escucha.

Hay un hecho muy curioso, y es que los progenitores solemos volcarnos completamente en las actividades culturales para la infancia en la edad temprana, pero solemos abandonar ese hábito cuando comienzan a crecer, quizás porque llenamos sus vidas de múltiples actividades y entendemos que es suficiente, o quizás por otras razones que a la larga van a traducirse en una generación digital que no se sentirá preparada para asistir a un acto tan personal y analógico como es el teatro.

En su charla, Alberto Conejero creo que puso el dedo en la llaga: Es la generación de quienes ahora somos progenitores la que debe revertir la situación, y no cargar esa responsabilidad sobre las espaldas de quienes aún con diferentes reglas de juego, poseen mentes moldeables, para lo bueno y para lo malo. Quizás las personas adultas debamos comenzar a permitirnos más tiempos de calidad fuera del mundo digital que nos rodea, y en ese tiempo podamos incluir a nuestras familias.

El teatro es, y espero siga siendo, un lugar idóneo para disfrutar de esos momentos y, sobre todo, para compartirlos.

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