Es lo fácil

Una breve estancia en las habitaciones irreales de los sueños, es lo fácil. Ahora, que ya sé que existen de verdad los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez, reivindico con sorprendente entusiasmo la necesidad de la palabra serendipia, la magia del tarot y los humos del puro que, expulsados desde mi bocaza llena de verbos inoportunos, me muestran grises nubecillas que abren el futuro en canal. Nos encanta vivir del cuento que nos cuentan nuestros deseos y a mí me encanta escribir de lo que sea, por instinto sin intelectualidad, con intuición mágica carente de conocimiento. Lo fácil es sentirse un artista del amor y de la risa, ser parte integrante de esa creación mayestática y mastodóntica del pensamiento positivo: una deriva más de la insignificancia de nuestro tiempo.

El que no acepte las normas de los rigurosos parámetros del carcajeo insensato, estará autocondenándose a las llamas de la infelicidad eterna, pontificaron los coach new age que recomendaron la aplicación de eficaces fórmulas de la motivación. Creerse el atajo sin trabajo, es lo fácil.

Qué ingenua simplificación, verdad? Las lecturas algo menos epidérmicas y un tanto más orgánicas se las dejamos a los cascarrabias pensadores de convento, esos que tanto suelen entorpecer la paz social pactada entre todos para evitar suculentas agresiones y reafirmaciones de la personalidad. Paz social con la que poder contarse una gloriosa mentira consciente, querida y aceptada, en la que hay amor verdadero sin dobleces, transparencia en la mirada y cerveza gratis para todos.

Debemos perseguir hasta el exterminio a los que interrumpen la felicidad de los elegidos que reconocen a su niño interior, algo mustio ya e irrisorio, y reprimen sus intensos impulsos de llevar la contraria, poner palos a las ruedas, aguar la fiesta, dar su opinión o ser una piedra en el zapato, virtudes todas estas con muy mala prensa y que, sin embargo, son la verdad oscura que se cierne, en algún momento de nuestras vidas, sobre nosotros igual que una la iluminación gratificante de una derrota honrosa. Mejor, por lo tanto, vivir tranquilo y optar por hacer desaparecer el pico mojado en el vinagre de la crítica. Hijo, sigue con tu vida, río abajo según te arrastre la corriente, que de rebeldes malogrados está el cementerio lleno.

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