El bailarín Equilibrio Noah durante una actuación. CEDIDA
Demasiadas informaciones y experiencias actuales me han llevado a reflexionar sobre el modelo cultural en el que estamos sumergidos. Por un lado, la sociedad avanza a pasos agigantados, y con ella un sector cultural que no se conforma con la mera exhibición ni con contar cabezas, que busca la transversalidad, la agitación de conciencias, la clave para actuar de detonante de un pensamiento mucho más crítico. Pero, por otro lado, brilla más que nunca la nueva gallina de los huevos de oro: el modelo «macroconcierto», uno por mes, con similares cabezas de cartel, fomentando el no pensar como punta de lanza de esta nueva corriente («¿para qué, con todo lo que nos ha tocado pasar?», diréis muchas). Y por supuesto que el ocio en estado puro es otra pata del sector, no me malinterpreten, pero últimamente parece que es la única: no hay festival o encuentro, sea sobre el medioambiente, la diversidad, la filosofía o los chapulines colorados, que no termine con el consabido macroconcierto. Si no, no ha ocurrido. Si no, es un fracaso. Si no, es desechable. Si no…
«Pan y circo» decían los romanos, pero hoy en día también el circo tiene problemas de adaptación. Quedan el pan, un buen concierto multitudinario y la sensación de que no es un sendero, sino dos, y que, para no variar, prefiero transitar por el más complicado. Por suerte, hay muchos ejemplos de festivales no convencionales que continúan naciendo, creciendo, desarrollándose y, en ocasiones, hasta reproduciéndose, como es el caso del Boreal o el Her Festival en Tenerife, o Sonidos Líquidos en Lanzarote, por poner tres ejemplos de festivales de música en los que prima la singularidad y aun así, gozan de reconocimiento y éxito. Aunque sin salir de La Palma tenemos el Nombrarse Volcán, generando público y agitando conciencias, o el FAVE, en su afán de llevar teatro, circo y danza a espacios no convencionales envueltos por el rico patrimonio arquitectónico de la capital.
No se trata de ser Alonso Quijano, sino de aportar pequeños granitos de arena en esta batalla permanente de la Cultura contra todos los molinos que, rodeándola, siempre están dispuestos a convertirse en monstruos y devorarla.
Así que, ¿desean maravillarse sin salir de la isla esta semana? Tan sólo deben ir el jueves a la Casa de la Cultura de Los Llanos de Aridane para disfrutar/sufrir con 12 HOMBRES SIN PIEDAD de Sidney Lumet en pantalla grande, dentro de ese precioso proyecto TARDES DE CINE conducido hace ya algunas temporadas por Dévora Viña y Adrián González; el viernes a la Plaza de Santo Domingo de Santa Cruz de La Palma para quedar impactadas con la pieza PARCOURS del bailarín camerunés afincado en Francia Ekilibro Noah, dentro del proyecto UNA CIUDAD EN DANZA, del que ya escribiré en otra ocasión; el sábado al Teatro Circo de Marte para conocer una de las propuestas del Festival Internacional de Música de Canarias, la trompa Sarah Willis con la Orquesta Sinfónica de Las Palmas de Gran Canaria; o pasarse por Multicines Millennium el fin de semana para ver MARIPOSAS NEGRAS de David Baute, nominada a los Premios Goya, y que trata un tema de candente actualidad, el drama de los Refugiados Climáticos. Ya ven: Música, danza y cine de calidad en una sola semana, sin necesidad de tomar un avión, y que dejarán en todos los casos un poso de reflexión.
Leave a reply
You must be logged in to post a comment.