Las auroras boreales fueron tenuemente visibles desde La Palma

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Las auroras boreales fueron tenuemente visibles desde La Palma

Este fenómeno de auroras boreales y australes en latitudes inusuales se debió a una tormenta electromagnética

¿Cómo? ¿Una aurora boreal?
¿En esta época del año?
¿En esta parte del mundo?
¿A esta hora del día?
¿Y localizada específicamente en su cocina?
¿Puedo verla?»

Inspector Chalmers a Seymur Skinner en Los Simpsom
Imagen captada por el Gran Telescopio de Canarias en el Observatorio del Roque de Los Muchachos. Instituto de Astrofísica de Canarias.

A muchas personas nos vino a la memoria esa escena de Los Simpsom y que se ha convertido en un icono del humor absurdo.

Sin embargo, jamás nos esperamos que pudiera ser posible ver, eso sí, tenuemente, una aurora boreal en la latitud 28º. Una luz rojiza pudo verse a simple vista en el horizonte desde algunos puntos de Canarias y, aunque lejos del espectáculo de colores que pudo divisarse en algunos puntos de Europa, sin lugar a dudas constituye un episodio poco frecuente y que llena de emoción.

Las auroras boreales son un fenómeno que tiene lugar en la troposfera, entre los 90 y los 150 kilómetros, y se debe a la interacción del viento solar con el campo electromagnético de la Tierra. Este fenómeno es más intenso cuando tiene lugar una tormenta solar, permitiendo su visión en latitudes más bajas, tanto en el hemisferio norte (auroras boreales) como en el (hemisferio sur).

No es la primera vez que son visibles desde Canarias, ya en 1770 José Viera y Clavijo describió una aurora boreal que avistó desde Tenerife a la que definió como aurora de tipo «tranquilo», esto es, sin destellos ni brillos. El resplandor detrás de las montañas de Anaga hizo pensar a algunas personas en La Laguna que se trataba de un incendio, pero en realidad se trataba de uno de estos episodios de interacción de la actividad solar con la atmósfera de nuestro planeta.

Más allá de la belleza de estos fenómenos, pueden llegar a generar problemas en nuestros sistemas electrónicos, tanto en los satélites que orbitan alrededor de la Tierra como en los que usamos habitualmente. En 1859 tuvo lugar una tormenta solar aún más potente, la conocida como la Tormenta de Carrington, que afectó a los pocos sistemas telegráficos existentes en el momento, pues se trataba de un adelanto tecnológico que había sido inventado pocos años atrás. En 1989 otra tormenta solar paralizó una central hidroeléctrica en Québec. En una sociedad tan dependiente de la electricidad, donde los sistemas de información se han digitalizado, una tormenta solar fuerte podría tener consecuencias catastróficas. Pero las predicciones más catastrofistas no se han cumplido, de momento, y sí nos han dejado bellas imágenes.

Según explica la Agencia Estatal de Meteorología en un hilo en Twitter, «según la World Meteorological Organization, una aurora polar es un electrometeoro consistente en un fenómeno luminoso que aparece en las capas superiores de la atmósfera en forma de arcos, bandas, cortinas, etc. (…) Las auroras aparecen por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El viento solar es más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce en ciclos de entre 10 y 12 años. (…) las auroras polares se deben a la presencia de partículas cargadas eléctricamente y eyectadas desde el sol (el viento solar), que actúan sobre los gases enrarecidos de las capas superiores de la atmósfera.» De una forma más extensa es explicada en este hilo cuya lectura recomendamos.

También explica el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) que estas auroras “son fenómenos naturales observables sin ningún instrumento que suceden cuando las tormentas solares alcanzan la Tierra. Estas erupciones vienen cargadas de partículas que fluyen hacia los polos siguiendo nuestras líneas de campo magnético. En esas regiones polares y subpolares las partículas penetran y colisionan con las moléculas de nuestra atmósfera, generando ese espectáculo de luces tan característico (…) cuando la tormenta solar tiene suficiente intensidad puede llegar a interaccionar con las capas superiores de la atmósfera terrestre. Esa altura de formación provoca que se puedan llegar a avistar auroras boreales en latitudes más bajas como nuestro Archipiélago”. Las manchas solares también guardan relación con estas tormentas.

Miguel Calero pudo captar algunas imágenes de cómo pudo verse desde el norte de La Palma.

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