Pedro Monzón, presidente de Agua para La Palma. LA PALMA OPINA
El presidente de la Asociación Agua para La Palma, Pedro Monzón, ha asegurado en declaraciones a este periódico que “el agua sigue siendo suficiente para el gasto que tiene la Palma” y aclara que lejos de los escenarios que puedan plantearse en relación con una venidera escasez de agua, la isla tiene “suficientes recursos hídricos bajo el subsuelo, el cual no hay que sobreexplotar sino cuidar”.
Monzón cree necesario superar el “catastrofismo al que ciertos grupos de poder nos quieren abocar” en un contexto como el actual, con una merma de las precipitaciones durante la última década que, en su opinión, no compromete la supervivencia hídrica de la isla, porque esta merma en la cantidad de lluvia caída resulta “insignificante”.
Denuncian desde la asociación Agua para La Palma que ciertas élites “han tomado decisiones desde sus despachos” por encima de los partidos políticos. “Han visto en el agua y todo el negocio que le rodea grandes cantidades de dinero y su explotación un beneficio rápido y fácil”.
MERMA DE LAS PRECIPITACIONES Y LAS LLUVIAS DEL PASADO OTOÑO
En la conciencia popular prevalece la idea de que cada vez llueve menos. Las singulares características orográficas de la isla de La Palma hacen que la veracidad de esta afirmación, ampliamente extendida entre la población, pueda conducirnos a una investigación y consulta de datos segmentados por vertientes o sectores, y al estudio de la influencia de factores de índole local, en la distribución de las precipitaciones a lo largo y ancho de un territorio caracterizado por un relieve abrupto y complejo.
En este sentido, el presidente de la Asociación Agua para La Palma aclara que “el ciclo de precipitaciones en Canarias, en general, es muy irregular, con ciclos de siete años más secos y ciclos de cinco años más húmedos”. Puntualiza Monzón que en la isla el promedio de precipitaciones en los últimos siete años “sigue estable”, aunque reconoce que ha habido, en ese periodo, una reducción del 8%, como ya informó en su día el ingeniero Carlos Soler Liceras, desmintiendo el dato de disminución de los caudales aportados por el Consejo Insular de Aguas de La Palma, que situaba dicha reducción en un 34%.
Para Pedro Monzón esta merma del 8% no es “significativa”, y recuerda que en La Palma hay “cuatro veces más agua de la que la isla necesita”. Señala, en consecuencia, que tal disminución en la cantidad de precipitaciones no representa ningún problema de carácter pluviométrico: “El agua sigue siendo suficiente para el gasto que tiene La Palma”.
En cuanto a las lluvias registradas durante los meses de otoño de 2024, que fueron copiosas y bien repartidas por toda la geografía insular, con valores totales que superaron los 300 litros en puntos del municipio de Puntagorda y los 250 en municipios como Tazacorte y El Paso , Monzón se muestra sorprendido ante el silencio de los defensores del proyecto de las desaladoras: “estuvieron todo el tiempo callados”, y advierte que, con la buena noticia que ha supuesto un otoño aceptablemente bueno en lo referente a las lluvias, el “catastrofismo al que nos quieren abocar” los promotores y defensores de la desalación como “única alternativa” a un posible escenario futuro de escasez de agua “tiene que parar en algún momento”.
En esta línea, el presidente de la asociación Agua para La Palma se muestra crítico con los responsables de la gestión pública del agua y formula la siguiente pregunta: “¿La situación es catastrófica porque no llueve o porque no se quiere hacer nada para mejorar la situación porque prevalecen intereses privados?”.
UNA MEJOR GESTIÓN DEL AGUA
El debate abierto en la isla de La Palma sobre la gestión del agua y las posibles alternativas a una futura situación de escasez ofrece dos posicionamientos diametralmente opuestos.
A los que plantean la desalación como una salida a una posible crisis hídrica, Monzón les recuerda que desde la asociación que él preside “estamos diciendo todo el rato que la solución está en mejorar la gestión”. Dicha gestión se basa en acciones perentorias como: “Cierres hidráulicos, túnel del trasvase, arreglar los canales de distribución y hacer los sistemas de riego más eficientes”. De este modo, “el agua nos saldría por las orejas y bajarían los precios”.
Lamenta, a este respecto, la inacción de las formaciones políticas responsables de la gestión pública del agua: “Hay decisiones que se toman en despachos por encima de los partidos políticos, hay grupos de poder que han visto en el agua un negocio con el que hacer grandes cantidades de dinero”.
En esta línea, Pedro Monzón advierte que el escaso interés de la Administración por realizar lo que la asociación que él preside considera una adecuada y racional gestión del agua, se debe a que el problema de la cuestión hídrica no se quiere solucionar “porque se necesita que el enfermo siempre siga enfermo” y, de esta manera, ha argumentado, “necesitar dinero para desaladoras, necesitar dinero para hacer charcas, siempre con dinero público sacado de nuestros bolsillos”.
GESTIÓN PÚBLICA DE LOS EMBALSES
Las lluvias caídas durante el último otoño han contribuido al aumento del porcentaje de llenado de los 11 embalses con los que cuenta el Consejo Insular de Aguas de La Palma. Para Pedro Monzón las reservas de estas balsas jamás van a superar el 42%, y explica que el motivo de esta imposibilidad se debe a que “el 60% de capacidad de almacenamiento que tiene el Consejo Insular de Aguas, que es La Laguna de Barlovento, está rota, no se puede llenar”. Afirma, taxativamente, que está circunstancia es “una realidad que están tratando de ocultar; es otro ejemplo más de nefasta gestión”.
En cuanto a la cantidad de agua que se pierde cuando llueve intensamente, viene a la memoria de los palmeros la imagen icónica y ampliamente viralizada del correr del agua por el Barranco de Las Angustias cauce abajo hasta llegar al mar.
En este sentido, Monzón aclara que “perdemos veinte veces más agua por las galerías y por los canales de distribución, por las redes de distribución de los ayuntamientos, por los canales públicos” y sentencia que La Palma es una isla que podríamos considerar como “un acumulador de agua natural. No tenemos que hacer presas, hay poner cierres hidráulicos en las galerías que están sin cierres hidráulicos” y sostiene que sería esta una solución adecuada “para regular el flujo de salida de nuestros acuíferos, que es donde se acumula de forma natural el agua”.
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